El día que regresó Miguel


Fotografía: Casa Editorial El Tiempo - 2018


Atrás quedaron esos meses de lucha, meses de dolor y de sufrimiento. El año pasado una cruel enfermedad llamaba a la puerta de Miguel Ángel, el técnico de Millonarios. Sin apelar a compasión alguna, él siguió trabajando y dándole al equipo lo mejor, logrando el campeonato tan anhelado ante el rival de patio.

A todos nos tomó por sorpresa y le dimos aún más valor a lo que Russo hizo: Enfermo y en tratamientos desgastantes y continuos, siguió trabajando con ánimo, dejando lo mejor a tal punto que no solo se consiguió un campeonato sino que, además, una Supercopa. Pero cuando se superó la batalla más dura, otro problema conexo apareció y con el su salud se debilitó nuevamente. Se tuvo que retirar y el equipo, el embajador, lo sufrió.

Este no es el momento, ni deseo hacerlo personalmente, de discutir lo que hizo Gottardi, no. El comandante se alejó y tácticamente el equipo lo resintió. Los resultados en Liga no se dan y en este momento la clasificación si bien no es imposible, es un reto complicado.

“Con amor todo se cura” fue una de las frases bandera mientras libraba la feroz batalla, misma que superó a final del año pasado. Mientras se recuperó en Argentina, el equipo luchaba contra la irregularidad y mientras daba pasajes del equipo campeón, tenía lapsos de un equipo sin fútbol. Preocupación había por el equipo, aunque se alivianaba cuando las buenas noticias llegaban desde Buenos Aires, al saber que Miguel se sentía mejor y superaba, de nuevo, una batalla más.

Y el día llegó, un domingo en la madrugada Bogotá recibió a Miguel de nuevo. Con nuevos bríos y con más ganas de seguir, regresó el comandante del barco. Todos dieron el 100% y si bien el resultado final no llegaba a ser el mejor, volver a contar con Russo en el banco era inyectar no solo vitalidad sino experiencia a un equipo que necesitaba, de una vez por todas, reaccionar.

La Copa Libertadores no daba espera y, ante el Deportivo Lara de Venezuela, la cita donde Millonarios no podía dejar pasar ‘el último tren’ para seguir en competencia. Ganar o ganar era la consigna pero ya en el banco el comandante estaba al frente y todo, sí todo, podía ser mejor.

Y vaya que lo fue, Millonarios ganó 4 a 0 con triplete del goleador Ayron del Valle y uno más de Eliser Quiñónez. ¿El rendimiento? Desde luego que mejoró, ya se vio un equipo no solo más compacto, organizado, jugando más por las bandas, retrocediendo mejor (Puede y debe mejorar), con tenencia de balón y subiendo en bloque.

Al frente Deportivo Lara, que poco y nada pudo hacer. El visitante tuvo sus oportunidades, pero un par de apariciones de Fariñez y su poca intención de proponer fueron constantes en la cancha de El Campan. Millos controló y fue solvente, dando muestras de una mejoría notoria. Los jugadores y el colectivo subieron su nivel, dejando ver una vez más como Miguel potencializa el nivel de este equipo, el equipo que sacó campeón.

Los laterales explotaron, Eliser subió el nivel, Ayron marcó por triplicado, Duque quitó y cortó juego, Silva ‘repartió’ juego y en defensa una dupla sólida que mantuvo sin mayores sobresaltos el arco propio. Miguel, por su parte, activo en el banco daba órdenes y organizaba, estaba de regreso y no quería dejar ningún detalle al azar. Vital, enérgico y como un líder, planteó un partido redondo y una victoria que dejó a Millos en lo alto de la tabla del grupo G de la Copa Libertadores edición 2018.

Miguel regresó y el equipo mejoró. Lo que viene en Copa y Liga no es para nada sencillo, pero todos respiramos más tranquilos al saber que el comandante del barco regresó y dejó una muestra de un cuadro solvente, que propone y juega bien. Había que ganar y se hizo con buenas formas, ahora a seguir enfrentando retos y sumando en las tablas.

Bienvenido de regreso Miguel, te extrañamos.

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